HACIA LAS CIUDADES DEL CUIDADO
Pensar en el cuidado, como desafío para achicar las desigualdades.

- 3 octubre, 2024
HACIA LAS CIUDADES DEL CUIDADO
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La cuestión de la desigualdad es una preocupación relevante para visiones críticas y heterodoxas de la economía que contrastan con la mirada ortodoxa, concentrada, centralmente en explicar el funcionamiento de los mercados, y con ello, la perfecta asignación de recursos económicos para una producción óptima. Los gobiernos de la región en la Estrategia de Montevideo para la implementación de la Agenda Regional de Género en el marco del Desarrollo Sostenible hacia 2030 (CEPAL, 2021, p. 4), identificaron entre los nudos estructurales de la desigualdad de género que limitan el avance hacia el logro de la autonomía de las mujeres y la igualdad sustantiva, entre otros, a la injusta organización social del cuidado. En América Latina, y particularmente en Argentina, el cuidado ha emergido como un tema central en la última década, fortalecido por su incorporación en la agenda política regional y por la expansión de investigaciones académicas que subrayan su relevancia y necesidad urgente.
Es la Economía Feminsta quien avanza y lo pone en escena a partir de conceptualizarlo y asignarle jerarquía “al Cuidado”. Ese cuidado, que durante años estuvo vinculado fundamentalmente al amor, más precisamente al “buen amor”, paso a visibilizarse y ponerse en agenda como un trabajo, trabajo que también desgasta, que involucra tiempo que no puede usarse en otra cosa, y que además, si se contabiliza, implica valor.
Así, el trabajo de cuidado (entendido en un sentido amplio, pero en este caso focalizado principalmente en el trabajo de cuidado no remunerado que se realiza en el interior de los hogares) cumple una función esencial en las economías capitalistas: la reproducción de la fuerza de trabajo. Sin este trabajo cotidiano que permite que el capital disponga todos los días de trabajadores y trabajadoras en condiciones de emplearse, el sistema simplemente no podría reproducirse, y es que, engloba un amplio conjunto de bienes, servicios, valores y afectos que son fundamentales para la atención de personas con distintos niveles de dependencia, incluyendo niños, adultos mayores y personas con discapacidades.
Retomando el informe de “las brechas de género del cuarto trimestre del 2023”, elaborado por el Ministerio de Economía (República Argentina), para el año 2022, el Trabajo No Remunerado (TNR) representó el 16,8% del PBI, lo que quiere decir que es la actividad que más aportó al PBI ($17.254.643 millones), seguida por el comercio y la industria. El aporte de los cuidados al PBI fue similar a los años anteriores: en el 2019 fue del 15,9%, en el 2020 fue del 15,3% y en el 2021 fue del 17,7%. Sin embargo, los aportes por género fueron desiguales: en términos de valorización monetaria, las mujeres aportan el 70% ($12.077.305 millones) y los varones, el 30% ($5.177.339 millones).
Nadie duda de la importancia de las actividades del cuidado en pro del bienestar de las personas, de lo que tampoco hay dudas, lamentablemente es de que los costos de proveerlo recaen desproporcionadamente sobre las mujeres. Persiste un problema estructural referido a las tareas de cuidados, la mayor parte de ellos son no remunerados y son llevados a cabo principalmente por ellas. Es un hecho ampliamente documentado en los últimos años, que su distribución al interior de los hogares dista de ser equitativa entre varones y mujeres. Sin duda, se trata de una problemática cuyos efectos se extienden más allá de la esfera doméstica e impactan negativamente sobre las posibilidades de participación de las mujeres, tanto en el mercado de trabajo en particular como en la esfera pública en general.
La carga desigual de tareas de cuidado hace que las mujeres participen menos y en peores condiciones de la fuerza laboral. Así, en el 4to trimestre de 2022 en Argentina, la tasa de actividad de las mujeres fue de 51,0%, 19,7 p.p menos que los varones. La tasa de empleo de las mujeres alcanzó el 47,6%, y la brecha de empleo fue de 18,9 p.p. La brecha en los ingresos de los asalariados informales fue de 34,1%, lo que quiere decir que las mujeres informales debieron trabajar 10 días y 9 horas más que sus pares varones para alcanzar los mismos niveles de ingresos.
Indudablemente el reconocimiento de estas desigualdades contribuye a visibilizar y resaltar la importancia de la para los gobiernos, empresas y sociedades en su conjunto. Sin embargo este reconocimiento es solamente el principio, pues lograr la igualdad sustantiva y el empoderamiento de las mujeres requiere tanto de políticas como de acciones afirmativas que permitan crear las condiciones para reconocer, reducir y redistribuir el trabajo de cuidados bajo un principio de corresponsabilidad entre las familias, las comunidades, el Estado y las empresas.
La Agenda 2030 para el desarrollo sostenible, plantea por primera vez la igualdad de género como un elemento central del desarrollo en sus tres dimensiones: social, económico y ambiental. De esta forma, la agenda reconoce el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado como un aspecto estructural ligado con la igualdad de género. Específicamente, en el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS 5) se establece como una meta que las naciones del mundo han de crear y consolidar sistemas de cuidados que permitan contribuir a la plena participación de las mujeres y al logro de la igualdad sustantiva en distintas dimensiones, entre ellas el empoderamiento económico, la representación política y la eliminación de la discriminación, así como las prácticas nocivas y la violencia contra las mujeres y las niñas.
Desde Trama Latam trabajamos en colaboración con gobiernos, empresas e instituciones para la toma de decisiones y la generación de políticas basadas en evidencia, entendidas como aquellas decisiones que se toman utilizando información y datos sólidos, en lugar de simplemente basarse en intuiciones o creencias.
Generamos evidencia empírica, investigaciones y análisis rigurosos para desarrollar estrategias y programas que sean más efectivos y eficientes. La evidencia empírica respalda la viabilidad y el impacto de las acciones que se están llevando adelante o pretenden ponerse en marcha contribuyendo así a un mejor desarrollo y bienestar social. Implica siempre desde nuestro hacer la recopilación, producción y análisis de datos, significa construir información fiable in situ, con datos cuantitativos y cualitativos para comprender los problemas y evaluar las posibles soluciones. También realizamos evaluaciones sistemáticas de los programas existentes para determinar su efectividad y eficiencia e Implementamos sistemas de monitoreo para seguir de cerca el progreso y realizar ajustes según sea necesario para lograr los objetivos deseados.
El objetivo es contribuir a la construcción escenarios y políticas públicas de cuidado que permitan la redistribución (entre actores de la organización social del cuidado y entre varones y mujeres) desarrollando una batería integrada de acciones/ políticas públicas que amplíen las posibilidades de quienes toman decisiones para elegir el modo de organizar el cuidado desde sus lugares de intervención, facilitando la conciliación entre la vida laboral y familiar de las personas (incluyendo regulaciones laborales, ampliación de licencias paternales y parentales, extensión de servicios públicos de cuidado, fortalecimiento de las condiciones de trabajo de las personas empleadas en actividades de cuidado,etc).
Nos impulsa la necesidad imperiosa que tienen los países de la región de realizar una coherente organización social de los cuidados de manera de fortalecer la igualdad de género y apuntar hacia un modelo de desarrollo basado en el derecho de las personas y la equidad entre los géneros.
Bibliografía
- Ministerio de Economía. (2023). El aporte de los cuidados al PBI Las brechas de género en la economía argentina 4to trimestre 2022. Argentina.